El ballet, como forma de arte, tiene sus raíces en las danzas rituales de diversas culturas desde tiempos prehistóricos. Sin embargo, su evolución hacia una forma más estructurada y codificada comenzó durante el Renacimiento en Italia.
Su consolidación como arte escénico comenzó en el siglo XVII en Francia, con la creación de la Académie Royale de la danse bajo el reinado de Louis XIV. Fue en el siglo XVIII cuando se codificaron los pasos del ballet en el documento de R. A. Feuillet, sentando las bases técnicas para su estudio.
Ilustración del joven rey Luis XIV en el papel principal de Apolo en el Ballet de la Nuit, 1653. En esa ocasión, Lully bailó junto al rey.
El ballet ha sido enriquecido por destacados maestros y coreógrafos a lo largo de su historia.
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Jean-Baptiste Lully, reconocido por su música dramática, influyó en la coreografía y la música del ballet.
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Marius Petipa, maestro coreógrafo ruso, creó obras maestras como "El lago de los cisnes" y "La bella durmiente".
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George Balanchine, pionero del ballet neoclásico, dejó una marca indeleble en el ballet estadounidense.
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Con el tiempo, el ballet se ha convertido en una forma de expresión artística refinada, con múltiples estilos y técnicas que continúan evolucionando hasta el día de hoy.
